Ya aprendí que nunca aprenderé. Que, de todo lo que sé, nada es lo que aprendo. Ya aprendí que nací para caer y seguiré cayendo:
cayendo por ti.
Que nací para volar y estrellarme en el intento.
Que nací para intentarlo. E intentándolo aprendí que no tengo nada que aprender: lo tengo todo por sentir.
Nunca aprenderé a dejar de caer por ti.
Nunca dejaré de aprenderte al caer.