Nos han engañado.
Desde pequeños nos han dicho que si seguíamos las normas seríamos felices, pero no lo somos. Nos han dicho: estudia una carrera, busca un buen trabajo y trabaja duro. Nos han dicho: enamórate, ten un hijo, construye un hogar.
Así serás feliz, decían.
Al principio nos lo creíamos: éramos jóvenes y necesitábamos creer en algo.
Pero los años pasan, incluso para nosotros. Ahora nos despertamos y el espejo nos hace dudar. ¿Y si no somos inmortales? Nadie nos prepara para la realidad.
Y todo empieza a desmoronarse.
Un día salimos a la calle y todo es igual que ayer, pero nada es lo mismo que hace unos cuantos años. El mundo no es lo que nos vendieron. Nadie es feliz en el mundo de los adultos.
Ya lo veíamos venir, pero mirábamos hacia otro lado. Teníamos miedo. Y aún lo tenemos.
Aunque ya no tenemos nada que perder.
Ahora podemos dejar de seguir el plan, porque ahora sabemos que no lo hay. Ahora podemos empezar a trazarlo nosotros mismos. Así que, ¿por qué no lo hacemos?
¿Por qué no vivimos nuestra vida como si fuese nuestra?
Que no se nos olvide nunca: el único plan que debemos seguir es aquél que nosotros mismos hemos elegido.